Continúan las Huelgas en las Prisiones Colombianas – Condiciones Inhumanas: “Made in USA.”

por James Jordan, traducido del inglés por Adrian Boutureira

Continúan las huelgas de miles de presos en 21 instituciones penitenciarias en Colombia contra la crisis humanitaria en las cárceles. El hacinamiento es rampante en muchas prisiones y la disponibilidad de agua potable, y de alimentos limpios y sanos está severamente restringida. Hay poca atención adecuada para con los servicios de salud, especialmente con respecto a los enfermos graves. Por ejemplo, José Lamprea es un preso cuyos cuatro años de prisión están en peligro de convertirse en una pena de muerte. Confinado a una silla de ruedas por lo que puede ser cáncer de huesos, todavía no ha recibido el tratamiento médico que fue ordenado por la corte en noviembre de 2011.

La tortura es tan común en las cárceles, que un estudio realizado en 2008 por el Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos en Colombia demostró que cuando se les preguntó a los detenidos si habían sido torturados por lo menos una vez durante su tiempo en la cárcel, el 54% respondió que sí lo habían sido, y el 46% no respondió a la pregunta en absoluto. El 86% dijo que habían experimentado tortura psicológica, incluyendo amenazas a familiares y ejecuciones simuladas.

Las condiciones en las cárceles colombianas deben ser motivo de especial preocupación para los residentes y ciudadanos de los Estados Unidos. En el año 2000, el Embajador de los EE.UU. firmó un acuerdo con el ministro colombiano del interior sobre el Programa para el Mejoramiento del Sistema Penitenciario Colombiano (PICPS, por sus siglas en inglés). Bajo PICPS, los EE.UU. ayudaría a construir una serie de cárceles nuevas para crear una “nueva cultura penitenciaria”. Este esfuerzo ha sido financiado y asesorado a través de la agencia estadounidense para el desarrollo internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y de la oficina de prisiones de los EE.UU (US Bureau of Prisons).

Una razón dada para este programa fue la de aliviar el hacinamiento en las prisiones. Sin embargo, las tasas de arrestos aumentó mucho más rápidamente que las vacantes creadas por las nuevas cárceles, y el número de arrestos por motivos políticos que al final terminaron siendo rechazados por los tribunales por falta de pruebas, aumentaron en un 300% (la mayoría de los acusados injustamente siendo encarcelados por dos o tres años antes de su liberación). Esto no incluye a los presos políticos que han sido condenados por sus actividades. El número estimado de presos políticos ha pasado de 7.200 a más de 10.000 personas desde el 2008.

La construcción de estas nuevas cárceles tiene mucho más que ver con la preparación para el aumento en la población encarcelada por perturbaciones sociales y económicas y con el castigo a la disidencia política resultante, que con tratar de aliviar el hacinamiento. Con la aprobación del Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia, muchos observadores temen que las tasas de pobreza se agravarán y que el nivel de crímenes por desesperación económica y de encarcelamiento incrementará. Desafortunadamente, los EE.UU. y las autoridades colombianas ven la “nueva cultura penitenciaria” como modelo, y como tal, lo están tratando de replicar en Centroamérica (donde en Honduras los EE.UU. ha anunciado un nuevo programa “Modelo Penitenciario”) y México (donde los EE.UU. está financiando la construcción de 16 prisiones federales nuevas).

Según Tulio Murillo Ávila, quien es portavoz nacional para el Movimiento Nacional Carcelario,

La sobre población carcelaria…no es un hecho novedoso, encontrándose hoy al 47% a nivel nacional, y debido a la política de castigo…en los nuevos centros penitenciarios construidos bajo la influencia del buró federal de prisiones de los Estados Unidos, en algunos penales este hacinamiento asciende al 400%.

Penitenciario de Bellavista

En una entrevista grabada en vídeo con el medio de comunicación colombiano Red de Prensa Alternativo del Occidente Colombiano (www.rpasur.com), un representante prisionero informó que: “Mas graves son los problemas de salubridad en las cárceles y el hacinamiento. Colombia tiene capacidad para 78,000 presos. Encontramos en Colombia más de 130,000 prisioneros.” Casi un tercio de las personas privadas de libertad sin condena están en espera de juicio y mezclados con la población general de la prisión, y a menudo sometidos a procesos que tardan años antes de que se dicte un veredicto.

La primera prisión construida en Colombia con fondos y asesoramiento de EE.UU. fue La Tramacúa, ubicada en la ciudad de Valledupar. A pesar de ser un centro “moderno” construido sobre una base diseñada por los Estados Unidos, se ha hecho famosa mas bien por sus terribles condiciones. Por lo menos en tres diferentes ocasiones, se ha descubierto (por agencias de las Naciones Unidas, por el Departamento de César y por una ONG internacional) que La Tramacúa sirve alimentos contaminados con materia fecal. Las instalaciones sanitarias funcionan raramente, y los prisioneros se ven obligados a hacer sus necesidades en cubos y bolsas de plástico que son “eliminados” al ser lanzados sobre las paredes de la prisión.

En 2010, Raquel Mogollón, miembro de la Alianza para la Justicia Global y de su grupo de trabajo “Colombia Watch”, tuvo la oportunidad de visitar La Tramacúa con una delegación de legisladores colombianos y defensores internacionales de los derechos humanos. Según Mogollón:

Los presos dicen que se tiene acceso al agua por unos diez minutos al día. Sin embargo, en las celdas hay agua …agua asquerosa y sucia por los pisos. [Nota del autor: visitantes a La Tramacúa anteriores han informado de que las líneas de alcantarillado a menudo se desbordan y que las aguas negras corren por las instalaciones de la cocina]

La prisión era absolutamente sofocante con sólo unos pocos caños de agua. Pude ver las botellas de agua – lo que fue realmente malo-.estaban cubiertas de moho. No pueden limpiar sus jarras de agua. No hay suficiente agua disponible. En un momento dado, se podía oír el agua que llega por las tuberías. Todos los hombres comenzaron a correr….

Todo el lugar jedía. Dijeron que fue limpiado para nosotros. Sobre todo, olía a orina. Dijeron que las bolsas de excremento habían sido quitadas…

La cocina estaba totalmente oscura. Dijeron que la habían limpiado, pero no estaba tan limpia. Había tres ventiladores y diez calderones gigantes donde se cocinaba una sopa o estofado. En la otra habitación donde se preparaba la comida, estaba lleno de moscas. Había grasa por todo el piso. No olía muy bien. Vi verduras y frutas echadas a perder en el área de preparación, con moscas a su alrededor.


Desde el comienzo de los PICPS, ha habido una serie de huelgas de prisioneros contra tales condiciones. Muy a menudo han sido violentamente reprimidas. A partir del 2 de agosto de 2012, comenzó la resistencia no violenta, que ha incluido a 11.000 presos en 21 instituciones y la cual todavía continúa. Los presos han utilizado una serie de tácticas diferentes, incluyendo huelgas de hambre, la negativa a participar en el recuento de la prisión o en programas de trabajo o en vestir los uniformes de la prisión, y la auto suspensión desde los balcones y barandillas de la prisión en hamacas y arneses improvisados. La principal demanda de los presos es que el gobierno colombiano establezca un Mesa Nacional de Concertación que incluya portavoces de los prisioneros con el fin de resolver la crisis en las cárceles.

Los prisioneros han formulado otras cinco exigencias básicas:

1. Declarar una emergencia social y humanitaria en las cárceles colombianas;
2. Regionalizar presos en instituciones cercanas a sus familias;
3. Reducir todas las penas en un 20% e incrementar el uso de penas alternativas, como la detención domiciliaria;
4. Resolver los problemas de salud, saneamiento y hacinamiento;
5. Poner fin a la extradición de prisioneros a países extranjeros (la cual está interfiriendo con el proceso interno de paz en Colombia y con el curso de las investigaciones sobre los vínculos entre los escuadrones de muerte paramilitares y los políticos colombianos).

La respuesta de la Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) ha sido hasta ahora más represión y abandono. El colectivo jurídico y organización de solidaridad con el prisionero, Lazos de Dignidad que, junto con Traspasa los Muros (la que Lazos co-fundó), ha sido una de las principales organizaciones externas de apoyo a los huelguistas, nos informa que durante el día 10 de agosto:

Prisioneros en la cárcel La Modelo de Arauca nos informaron que, en horas de la mañana, guardianes del INPEC agredieron físicamente a cuatro prisioneros en el patio 1 en represalia por su participación en la Jornada Nacional de Protesta….Los prisioneros agredidos fueron aislados en patios de castigos en lugar de ser atendidos por personal médico.

El 12 de agosto de 2012, en horas del la tarde, voceras de las 34 prisioneras en huelga de hambre en la Complejo Penitenciario de Picaleña (Ibagué-Tolima), nos informaron que el estado de salud de las huelguistas se ha deteriorado, padeciendo fuertes mareos, náuseas, dolor estomacal, contracciones, desmayos y debilidad en la movilidad, sin que el INPEC haya ofrecido la atención médica….

De particular preocupación en La Picaleña ha sido la condición de la prisionera portavoz Alba Libia Esquivel, cuya salud se ha visto especialmente afectada. Esquivel ha estado en huelga de hambre desde el 8 de agosto.

Lazos informó que durante el 23 de agosto,

…en horas de la tarde, el Grupo de Reacción Inmediata -GRI-del INPEC ingresó de manera violenta al Establecimiento Penitenciario de Alta Seguridad de Combita Boyacá, procediendo a lanzar gases lacrimógenos y golpear a los reclusos, dejando varios heridos….Los heridos han sido sacados en camillas de sus patios, sin conocer su actual paradero.

Lazos también informó que el 27 de agosto,

…en la cárcel de Valledupar “La Tramacúa”…reclusos en la torre 4 se subieron a la estructura como forma de protestar por la actual crisis carcelaria. En horas de la mañana…el sargento Lucio ingreso con un grupo de guardias  lanzando gases lacrimógenos y reprimiendo la protesta y agrediendo con garrotes a los reclusos. El recluso Wilson Jiménez Mora, quien se encontraba colgado de la estructura, fue lanzado desde el tercer piso tras lo cual resulto en una pierna fracturada.

El estar aislados de sus familias es la queja más frecuentemente citada por los prisioneros. La mayoría de los presos provienen de orígenes humildes y sus familias no pueden pagar los viajes para poder visitarles en cárceles lejanas. Igualmente, dada las dificultad del terreno en Colombia, y la falta de desarrollo de la infraestructura, un viaje de rutina de 320 kilometros puede tomar 12-15 horas en las regiones montañosas.

Mogollón habla de un encuentro particularmente conmovedor que tuvo durante su visita al interior de La Tramacúa:

Lo peor, el peor tipo de tortura, no fue ningún tipo de violencia ni nada de eso. Parece poco, pero mucha gente se acercó a mí para decirme que no podían ver a sus familias, que estaban completamente aislados. Cuando caminábamos entre las torres, los prisioneros estaban agrupados todos alrededor de las puertas y me llamaban: ‘Doctora! Doctora! Madre! Madre!” Queriendo que yo escribiese sus nombres.

Un hombre dijo: “¡He estado aquí ocho años. No puedo ver a mi hija!”

Otro dijo: “He estado aquí doce años y no he visto a mi madre durante todo este tiempo!”

Era una súplica tras otra iguales a estas por parte de las personas que no habían visto a sus familias durante años. Cuando pregunté el por qué, un hombre respondió: “Somos pobres. Nuestras familias no pueden permitirse el lujo de hacer viajes largos. Y cuando pensamos en que si llegasen a venir aquí, con este olor a excremento, es tan humillante, tan repugnante. Es muy difícil pensar en que nos vean así.

Mogollón vuelve a hablar de las súplicas que oía mientras caminaba por los pasillos de la institución:

Teníamos que caminar a través de estos pasillos que se entrecruzaban por las diferentes unidades. Todos los prisioneros se apelotaban en las puertas y ventanas, y me llamaban, “¡doctora, doctora!” o “¡Madre. Madre!”. Yo levantaba la mano como gesto de reconocimiento para con ellos, y ellos me daban papeles con sus nombres escritos. Uno de los prisioneros me llamó: ¡Por favor, por favor, Madre. He estado aquí seis años y tengo dos hernias. No puedo conseguir el tratamiento, no puedo obtener la medicina!

Otro me dijo: “¡Mira, tienes que escuchar. No hay re-socialización aquí. No hay tal cosa! “

Por último, en un momento me detuve en uno de los pasillos y les respondí. Les dije: ‘Miren, me gustaría poder ayudar a cada uno de ustedes, pero no puedo! No puedo porque este lugar está modelado en un sistema estadounidense. Este modelo se basa en el castigo y a la gente que diseñó este sistema no les importa la resocialización. ¡No les importa lo que les pasa a ustedes! Todo lo que yo puedo hacer es volver a tratar de cambiar por completo este sistema y llamar la atención a todo lo que se está sufriendo aquí.

De repente, empezaron a aplaudir, gritando: “¡Adelante!” Y “¡Dices la verdad!”

Y eso es lo que tenemos que hacer aquí en los EE.UU. Tenemos que ir y decir la verdad sobre esta situación que nuestro gobierno ha ayudado a crear. Debemos intervenir en favor de aquellos presos en Colombia- no sólo por los más de 10.000 presos políticos, sino también en nombre de todos aquellos cuyas vidas han sido destruidas por el imperio corporativo de los EE.UU. y el sistema económico y político neoliberal que trata de imponer en todo el mundo.

Aquí hay algo que usted también puede hacer:

1. Cortar y pegar el párrafo a continuación, o escribir su propio mensaje, y enviarlo por correo electrónico a las siguientes direcciones, las cuales son de los oficiales y funcionarios colombianos, de las Naciones Unidas, y de los EE.UU, involucrados, y también a AfGJ:

[email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected]

Todo el mundo está observando lo que pasa en las prisiones colombianas. Sabemos del hacinamiento; que las cárceles no están previendo a sus reclusos las necesidades básicas como comida y agua limpia y servicios de salud; que la violencia en contra de las presas y los presos es epidémica; que los servicios de resocialización son limitados y en vez se favorecen las políticas de castigo y negligencia. Yo apoyo a los y las huelguistas de las cárceles colombianas que exigen condiciones mejores y especialmente apoyo la declaración de Estado de Emergencia Carcelaria y el establecimiento de una Mesa Nacional de Concertación que incluye portavoces de las presas y los presos con la meta de resolver esta situación.

 

Email
Facebook
Twitter
Youtube
Instagram